| Salar de Uyuni 2009 Abril de 2009 Aprovechando el feriado de Semana Santa salimos rumbo al mar blanco, el majestuoso Salar de Uyuni.  En esta oportunidad 4 nuevas familias se nos unen, después de mucho tiempo viajamos con tanta gente nueva y a un destino tan demandante.  Afortunadamente,
        a los pocos minutos de estar con ellos ya hay una compatibilidad plena, es un grupo unido y listo para la aventura.  Una de las nuevas integrantes es Verónica, jovial, alegre y siempre positiva, me permito tomar unas palabras escritas por ella que describen
        nuestro viaje desde su punto de vista:             El despertar en el Salar de Uyuni: Un viaje para recordar Por:  Analía Verónica De Gumucio Hace dos años estuve inmersa en una suerte de sopor espiritual. La conexión entre mis sentidos, mi mente y mi alma estaba quebrantada
        de alguna manera por razones que la gente más cercana a mí conoce muy bien.
 No es hasta hace un par de meses que desperté de ese letargo emocional (con ayuda externa poco ortodoxa, pero efectiva al final). Entonces
        fue todo tan diferente y, en un instante, volví a recuperar la claridad de mis ojos, llenando mi alma de colores tan intensos… mi
        amado azul, mi verde, mi marrón…  hacía tanto tiempo que estaba ciega con el negro como único color… por fin
        volvía a ver.
 
 Y en ese despertar intenso, se presenta la oportunidad de una experiencia fantástica y totalmente nueva para mí. Me fui de vacaciones
        de Semana Santa al Salar de Uyuni en caravana. Siete movilidades, siete familias, siete mundos totalmente diferentes cuyo único interés
        en común, como decía el querido amigo Roberto, la pasión de viajar. Nunca antes, con gente totalmente desconocida, me había
        sentido tan protegida, tan segura, tan libre, tan tranquila, tan contenta… simplemente me sentía "como en casa".
 
 Sin reglas que no sean más que la consideración y el respeto hacia los otros y hacia el medio ambiente. No había órdenes,
        no cabían las presiones, nunca competencias, sin prejuicios… simplemente existían la cooperación, la camaradería,
        la tolerancia, la paciencia, el compañerismo, el altruismo y una planificación tan clara y bien realizada, que contribuía
        a la seguridad de contar con gente más experimentada… Y claro, una experiencia inolvidable en el Salar de Uyuni, bello, inmenso,
        místico, desolado, energético…
 
 El silencio de mi piloto y el tenue paisaje contribuyeron al pensamiento a la meditación, derrocando mitos muy profundos incrustados en
        mi mente. “Hay que aprovechar cuando se es joven” o “con hijos ya no se puede viajar”, lo que me ha ahuyentado
        un par de veces a formar una familia. ¡Al diablo con la estupidez inculcada por una sociedad semi dormida! ¡Nunca se deja de ser joven
        y la familia es el complemento perfecto para disfrutar la vida!
 
 En el retorno me cuestionaba qué cosas maravillosas me habré estado perdiendo durante tanto tiempo, pero entonces me respondo, tal
        vez esta etapa de oscuridad ahora me permite ver los colores en toda su intensidad.
 
 Gracias amigos y compañeros de viaje por tan maravillosa ola de sensaciones, y gracias a ti, querido Mike por invitarme. Espero que sea
      la primera de innumerables aventuras.
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